Tome su lugar

Dios nos ha resucitado para que nos sentemos en los lugares celestiales con ¡Cristo Jesús! Eso es lo que afirma la Palabra de Dios. Muy pocos nos hemos atrevido a creer esto de todo corazón. Hemos exaltado a Jesús, pero también hemos menoscabado, inconscientemente, lo que Él hizo porque no le hemos permitido que nos dé nuestro lugar a Su lado. Ése fue el propósito de Dios en el Calvario: que ocupáramos un lugar al lado de Jesús, convertirnos en lo que Él ya era.

Jesús no necesitaba ser exaltado. Él ya había sido exaltado antes de venir al mundo. Él ya era uno con el Padre. Jesús no necesitaba obtener autoridad sobre el diablo porque nunca la había perdido.

Jesús se vistió con un cuerpo físico para poder venir al mundo como hombre y ejercer autoridad sobre el pecado, la enfermedad, los demonios, el temor, la pobreza y todas las otras maldiciones que vinieron cuando la ley de la muerte entró en el mundo. Jesús triunfó, y dominó todo en el mundo intelectual y en el mundo físico. Antes de ascender, Él dijo: «Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra» (Mateo 28:18), y luego nos otorgó esa autoridad al darnos Su nombre.

Nosotros somos la razón por la cual Jesús vino al mundo a morir y a resucitar. Él no lo hizo para Sí mismo, sino para que ocupáramos nuestro lugar a Su lado, a fin de que pudiéramos llevar Su nombre y ejercer Su autoridad en la Tierra. Él lo hizo para que pudiéramos estar delante de Dios y ser para Él todo lo que Jesús es.

Cuando usted nació de nuevo, fue hecho ¡la justicia de Dios en Cristo! Por tanto, como creyente nacido de nuevo, atrévase a recibir este mensaje, a meditar en él y a ponerlo en práctica. ¡Vamos!, atrévase a ocupar su lugar.