El testigo decisivo
Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra.
Mateo 18:16
Usted ciertamente ha estado muchas veces en el valle de la decisión, balanceándose precariamente entre la victoria y la derrota. Por un lado, se encuentra la palabra del mundo escrita por Satanás que le dice: “No vas a ser sanado”; por otro, la Palabra de Dios que le asegura: mi Palabra es sí, y amén y «…por cuya herida fuisteis sanados» (1 Pedro 2:24). ¿Quién será el que determine el resultado de todo? Usted será el testigo decisivo.
Recuerdo a un hombre que me pidió que orara por él, y le dije: La Palabra afirma que usted está sano.
El hombre me interrumpió y dijo: «Sí, yo sé que declara eso, pero tengo este terrible dolor aquí».
Lo miré a los ojos y le dije otra vez: La Palabra afirma que por la llaga de Jesús fuimos sanados. «Lo sé —respondió él—, pero tengo este terrible...».
Meneé mi cabeza en for ma negativa y le dije Óigame bien, la Palabra declara que usted está sano. «Se sonrojó y expresó: “Sé lo que afirma, pero tengo este...».
Finalmente, se quedó callado y me miró. Él no se había dado cuenta de que estaba dejando que los síntomas físicos fueran su evidencia. No importaba lo que la Palabra declara, él sólo creía en lo que podía ver y sentir.
Cuando se tranquilizó, le dije: Mire, usted quiere que esté de acuerdo con usted y está enojado porque no lo estoy; pero si lo hago, usted podría morir. Ahora bien, si se pone de acuerdo conmigo y con la Biblia, podremos lograr que reciba su sanidad.
De repente, lo entendió. Sus ojos se iluminaron: «¡Oh, alabado sea Dios! Comprendo lo que quiere decir. Entonces, ¡estoy de acuerdo con la Palabra de Dios!».
Le impuse manos, y Dios lo sanó al instante.
Él recibió la sanidad cuando estuvo de acuerdo con Dios. Pudo haber recibido la sanidad en su habitación o mientras manejaba o en cualquier otra parte. Pudo haberla recibido en el momento que decidiera ser el testigo decisivo.
Ahora bien, a usted le corresponde orar y confirmar su testimonio. Si lo hace, Dios lo respaldará; y cuando Él lo respalda, todo lo demás debe alinearse o quitarse de en medio. Usted es el testigo decisivo. ¿Cuál será su decisión?


