Medite en la Palabra
Y [Dios] lo llevó [a Abram] fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
Génesis 15:5-6
¿Se le dificulta creer en la Palabra de Dios? ¿En realidad cree que lo escrito en ella dará resultados en su vida o sólo está mentalmente de acuerdo con eso?
Bueno, a mí sí . A veces las promesas de la Palabra me dejan atónito. En ocasiones, me he sentido ta n derrotado y la situación ha estado tan mal que se me ha hecho difícil creer que soy más que vencedor, aun sabiendo que Dios dice que lo soy.
Cuando alguna promesa de Dios lo deje atónito, medite en esa promesa.
La meditación bíblica significa pensar y reflexionar en la Palabra de Dios; lo cual quiere decir, considerar un pasaje en particular y aplicarlo a su situación una y otra vez hasta que quede grabado en su conciencia.
Esa clase de meditación no sólo puede revolucionar su vida como ninguna otra cosa puede hacerlo; sino también, transformar su forma de pensar. Eso le sucedió a Abram.
Cuando Dios le dijo por primera vez que iba a convertirse en padre de muchas naciones, Abram era un anciano. Su esposa, Sara, era también una anciana. Es más, ella había sido estéril toda su vida. ¿Cómo podría una pareja de edad avanzada y sin descendencia esperar tener un hijo o que toda una nación saliera de ellos? Abram ni siquiera podía imaginarse tal cosa. Eso era una contradicción a su forma de pensar.
Dios sabía la lucha mental que Abram tendría, por eso no se limitó a darle una promesa de sólo palabras; le dio también una imagen de esa promesa para que meditara en ella. Lo llevó afuera en una noche estrellada y le dijo que mirara el cielo y contara las estrellas, si es que podía contarlas, y añadió: «Así será tu descendencia ».
¿Puede imaginarse a Abram contemplando las estrellas, tratando de contarlas y llenando los ojos de su corazón con la promesa de Dios?
En eso consiste la meditación: en tomarse el tiempo para contemplar la promesa de Dios ha st a que lleg ue a ser una rea lidad en su corazón. Y cuando se concentre en las promesas que Dios le ha dado, póngalas a funcionar en su vida; así como Abram las puso a trabajar en la de él. No se limite a leer la Palabra, sino medítela.


