Vele y ore
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Mateo 26:41
¿Alguna vez se ha sentido decepcionado por las debilidades de su carne? ¿Alguna vez ha decidido nunca más volver a cometer cierto pecado, pero cuando vino la tentación volvió a caer en él?
Nos ha sucedido a todos, incluso le ocurrió a Pedro, el discípulo. Él juró que nunca negaría a Jesús, pero lo hizo. Hay algo que podemos hacer para no seguir cayendo en la misma tentación. Podemos velar y orar: Jesús les dijo eso a Pedro y a los demás discípulos, cuando estaban en el huerto de Getsemaní. Él sabía que ellos iban a ser tentados y que la debilidad de la carne los vencería si no fortalecían su espíritu con la oración.
Nosotros también debemos hacerlo. Por eso en Judas 20 y 21 el Señor nos dice casi lo mismo que Jesús les dijo a Sus discípulos aquella noche: “Pero ustedes, amados, edifíquense [fundados] sobre su santísima fe…, orando en el Espíritu Santo, guardando y conservándose en el amor de Dios…” (AMP).
Dios sabe que la car ne por naturaleza sigue la corriente del mundo y que, aunque nuestro espíritu renacido busca a Dios, la carne indisciplinada siempre está inclinada al pecado.
Por eso, Él nos ha da do la capacidad de orar en otras lenguas, de fortalecer nuestro espíritu, y de edificarlo hasta que tenga supremacía sobre la carne. En Romanos 8:26, leemos que cuando oramos en el espíritu: “... el Espíritu [Santo] nos ayuda y nos anima en nuestra debilidad; pues no sabemos qué oración ofrecer ni ofrecerla como conviene, pero el Espíritu mismo suple nuestra petición e intercede por nosotros…” (AMP).
Por esa razón, el apóstol Pablo dijo: «Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros» (1 Corintios 14:18) ¡Ésa es una de las herramientas más poderosas que Dios nos ha dado!
No se olvide de usarla. Siga las instrucciones de Efesios 6:18 y ore: «en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica».
No cometa el mismo error que Pedro. Cuando la tentación toque a la puerta, que no le sorprenda dur miendo. Esté prepar ado y asegúrese de que su espíritu sea lo suficientemente fuerte para vencerla.


