No le sirva al problema
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia
Isaías 55:7a
Usted no puede obtener la victoria mientras el problema sea lo más importante en su vida.
Hace algunos años, el Señor me reveló esa realidad. En esa época enfrentaba algunas dificultades en mi ministerio, las cuales me parecían tan grandes que pensaba en ellas desde la mañana hasta la noche. Aunque los estaba resistiendo, pensaba más en esos problemas que en las promesas de las Escrituras sobre las cuales me estaba apoyando.
Entonces descubrí algo en Mateo 6:24-25:
«Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas».
Yo había leído esos versículos centenares de veces, pero ese día observé algo que no había notado antes. Después de que Jesús expresó: «Ninguno puede servir a dos señores», dijo: No se preocupen. De repente esa frase me iluminó. ¡Nosotros le servimos a nuestras preocupaciones!
Por eso, en Isaías 55 se nos indica que dejemos nuestros pensamientos, y por la Palabra tomemos los pensamientos de Dios. En 2 Corintios 10:5, se nos dice que derribemos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevemos cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.
¿Quiere usted liberación de sus problemas hoy?
¡Entonces deje de servirles! No les permita que consuman su vida. No espere hasta que las circunstancias cambien para hacerlo. En lugar de eso, comprenda que las circunstancias no cambiarán jamás hasta que usted cambie los pensamientos equivocados por los pensamientos correctos.
Sé que eso no es fácil de hacer, especialmente en medio de las pruebas y de las densas tinieblas. Pero usted puede si practica estas tres cosas:
Primero: Recuerde que no está solo. Usted tiene la Palabra (los pensamientos de Dios). Tiene el Espíritu Santo que le fortalece y posee la mente de Cristo.
Segundo: Acérquese a personas que estén llenas de fe. En vez de repasar su problema, deje que ellos hablen. Dispóngase a escuchar. Únase a la fe de ellos y resista las tinieblas.
Tercero: Alabe a Dios. Haga lo que sea necesario para alabar. ¡Al empezar a alabarle, la presencia de Dios rechazará esos pensamientos de preocupación y los derribará!
Sus problemas no son lo más importante en su vida. Lo más importante es Jesús. ¡Sírvale con sus pensamientos y Él lo hará libre!
