Desanime al diablo
Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre. Gozaos en aquel día, y alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas
Lucas 6:22-23
¿Quiere saber cómo deprimir al diablo? Sólo tiene que seguir las instrucciones
de este último versículo. Cuando la persecución venga, cuando los amigos o la familia lo critiquen porque usted pone las manos sobre los enfermos y cree en la sanidad, y cuando los compañeros de trabajo lo llamen un fanático, porque usted ama a Jesús y no teme decirlo, ¡regocíjese! Grite ¡aleluya! y salte de gozo.
Le aseguro que eso desalentará al diablo. Él espera que esa persecución perjudique su fe para después destruirlo y dejarlo desanimado.
No le estoy diciendo que debe disfrutar de la persecución, sino que usted puede aprender a pasar por alto la molestia de esas cosas si enfoca la atención en la recompensa que viene y en el hecho de que Jesús dijo que usted es bienaventurado.
Él apóstol Pablo ciertamente sabía cómo llevarlo a cabo. Él era un experto en regocijarse en medio de la persecución. Satanás estaba constantemente causándole problemas. Pero ¿sabe lo que dijo acerca de toda esa persecución? Pablo dijo que no valía la pena porque no se comparaba con la gloria que iba a ser revelada.
Si Pablo podía regocijarse en medio de golpizas, apedreamientos, naufragios, encarcelamientos y en casi toda clase de persecución, usted también puede hacerlo.
Sólo haga lo mismo que él. Cuando le fue revelado por el Espíritu Santo que le esperaban cadenas y aflicciones, él expresó: «Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios» (Hechos 20:24).
No sea gobernado por lo que piensa y dice la gente aquí en la Tierra. Déjese llevar por el hecho de agradar al Señor. Concéntrese en acabar su carrera con gozo y en la esperanza gloriosa que está adelante. Porque esa esperanza es suficiente para hacer a cualquier persona, en cualquier situación, ¡saltar de gozo!
