Dios lo quiere sano
Y dijo: Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador.
Éxodo 15:26
¿Ha tratado el diablo alguna vez de acusarle y decirle que ir con los médicos y tomar medicinas es contrario a los principios de fe cuando necesita sanidad? Si es así, éstas son algunas palabras alentadoras que le ayudarán a tener paz en su corazón.
La voluntad de Dios es sanarle. Eso es lo primero y lo más importante que debe comprender. Si su fe es fuerte y puede creer en la Palabra sin dudar (a pesar de las circunstancias o de los síntomas que vengan en su contra), entonces podrá recibir esa sanidad sólo por fe.
Pero esa clase de fe requiere más que oír unas cuantas predicaciones sobre sanidad. Exige una revelación personal y profunda del poder sanador de Dios. Por tanto, si aún no ha cultivado esa clase de fe, entonces el médico es su mejor amigo.
Si no está seguro de que su fe sea lo suficientemente fuerte o que necesite la ayuda del médico, siga las instrucciones del apóstol Pablo (Colosenses 3:15) y deje que la paz sea su árbitro.
Si le asalta el temor cuando piensa en prescindir de la ayuda médica, entonces vaya al médico. ¡Y vaya con fe! Por otra parte, si tiene confianza firme en que la sanidad es suya estrictamente por fe, deje que ésta haga la obra y reciba su sanidad directamente. Que usted vaya o no al médico, no es lo importante, sino lo que usted haga con su fe.
De cualquier manera, puede regocijarse al saber que Dios está cooperando con usted, poniéndose a su lado, al nivel de su fe. Agradezca a Dios por su sanidad, no importa cómo venga, y no permita que Satanás le esté acusando y molestando. No es asunto de él.


