Tome su lugar
[Mi propósito determinado es] que yo pueda conocerle [que progresivamente yo pueda llegar a conocerlo más profunda e íntimamente, y además percibir, reconocer y entender las maravillas de Su persona más fuerte y claramente], y que de la misma manera pueda conocer el sobreabundante poder de Su resurrección.
Filipenses 3:10; AMP
Cuanta más comunión tenga con Dios por medio de Su Palabra, más conocerá “el poder de Su resurrección”. Usted cultivará el gozo, la fe y las mismas cualidades de Dios, con el simple hecho de tener comunión con Él. Empezará a entender quién es usted en Jesucristo.
Recuerdo un día en que leí acerca de la mujer con el flujo de sangre que tocó el borde del manto de Jesús y que fuera sana.
Había leído ese relato muchas veces, y me ponía en el lugar de cada uno de los personajes que estuvieron presentes ese día, tratando de identificarme con ellos y de entender cómo se habrían sentido, incluso la mujer que fue sana.
De repente Dios habló a mi espíritu y me dijo: Lee eso de nuevo, y esta vez ponte en el lugar del que llevaba el manto.
Me quedé atónito. Señor —dije—. ¿Cómo puedo hacer eso, yo no puedo tomar Tu lugar?
Ése es el problema con el Cuerpo de Cristo —me dijo—. Por eso el mundo no sabe nada de Jesucristo. Tú te identificas con todos menos conmigo. Pero Yo te envié a ser Mi testigo, a que Me imites, y a que tomes Mi lugar, no el lugar de otros.
Así que leí nuevamente el pasaje bíblico, pero esta vez me puse en el lugar de Aquel que tenía la unción del Espíritu Santo. En vez de arrastrarme hasta tocar el borde de Su vestidura, yo era quien la llevaba, dando de gracia lo que Dios me había dado. Después de todo, en la Biblia leemos: «…revístanse ustedes del Señor Jesucristo» (Romanos 13:14; NVI).
¿Sabe qué atemoriza más al diablo? Los creyentes que han descubierto que pueden revestirse del Él. Los creyentes que, en lugar de pedir que Jesús los toque, dejan que la vida de Él fluya por medio de ellos hacia los demás.
Vamos, déle al diablo un susto. Tenga comunión con el Padre con la Palabra en mano y comience a descubrir hoy mismo quién es usted realmente en Cristo Jesús.


