La obediencia no es insignificante
Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; contra la cual el río dio con ímpetu, y luego cayó, y fue grande la ruina de aquella casa.
Lucas 6:49
¿Ha pasado por tiempos en su vida cuando parece que cada vez que asiste a la iglesia, cada vez que pasa tiempo en oración y cada vez que abre la Biblia, usted recibe una revelación de Dios? Yo sí. Espiritualmente, todo va muy bien. Me siento más alto que un frondoso pino. De repente, algo empieza a suceder. Comienzo a secarme en las cosas espirituales.
Lo mismo da orar o leer la Palabra, ya que en lo espiritual no puedo llegar a ninguna parte. ¡Estoy tan seco que mi espíritu rechina!
Eso solía desconcertarme. No sabía cuál era la causa. No tenía ningún pecado en mi vida. De eso estaba seguro. Seguía orando, seguía meditando, seguía poniendo en práctica y confesando la Palabra. Pero en lugar de obtener resultados, no lograba llegar a ninguna parte. Me paraba frente al espejo y confesaba fe una y otra vez, y la única cosa que sucedía era que mi voz se agotaba.
Si eso le ha sucedido, ¿puedo hacerle una sugerencia? Regrese al pasado y piense en lo último que Dios le pidió que hiciera y usted no lo hizo; ¡y hágalo!
Probablemente no es nada grave. Sólo una cosa al parecer insignificante. Pero, créame, esas pequeñas desobediencias secarán el fluir del Espíritu tanto como las más grandes.
La mayoría de nosotros no nos percatamos de eso. Nos arrodillamos y oramos: “Señor, yo quiero ir a China por ti. Iré a África. Iré a Rusia”. Pero cuando Dios dice: Ve a la casa de tu vecino, no le damos importancia.
“Yo no puedo hacer eso —decimos—. No le caigo bien al vecino. Además, quiero ser como el hermano Schambach y montar una gran carpa evangelística”.
Si usted ha actuado de esa manera, arrepiéntase. Luego vuélvase al lugar de donde se desvió y haga lo que Dios le ordenó. Recuerde, de ahora en adelante, por más insignificantes que parezcan ser las instrucciones de Dios, obedecerlas no es algo pequeño. Esos hechos simples de obediencia son los que harán que su casa espiritual permanezca o caiga. Todas esas cosas pequeñas combinadas llegan a ser el rumbo que toma nuestra vida.
