"Antes bien, dé gracias a Dios"
Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todos.
Romanos 12:18; AMP
Cuando recién me convertí, me era casi imposible vivir en paz con la gente. La mayoría de las veces que abría mi boca decía cosas desagradables. Constantemente hería a las personas cercanas a mí. A decir verdad, les hablaba con más aspereza a ellas que a los demás.
Criticaba tanto la forma de conducir de Gloria que ella rehusaba hacerlo mientras yo estaba con ella. Mis hijos empezaron a evitarme porque siempre estaba criticándolos. No quería ser tan insensible; sin embargo, no podía hacer otra cosa. Me dominaba el hábito de hablar de manera grosera, y no sabía cómo despojarme de él.
Pero un día, leí Efesios 5:4: «... ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias». Cuando leí eso, me di cuenta de que necesitaba reemplazar las palabras que solía decir con palabras de acción de gracias, y eso solucionaría mi problema. Después de todo, no podía hablar ásperamente y darle gracias a Dios a la misma vez, ni podía criticar a los que me rodeaban si tenía una actitud de agradecimiento.
Entonces, decidí de inmediato, poner este principio en práctica. Un día, entré de manera precipitada al dormitorio de mi hijo para regañarlo severamente por algo que había hecho, de pronto, reconocí que estaba actuando conforme a mi antiguo patrón de comportamiento. Me detuve, y pensé: La Palabra dice que esta clase de comportamiento está fuera de lugar, así que voy a detenerme y dar gracias a Dios. Después de pasar unos minutos alabando y agradeciendo al Señor, no me sentía tan enojado como antes.
Si usted tiene la costumbre de hablar de forma áspera, empiece a despojarse de ese mal hábito. Cuando alguien le contradiga en el trabajo, en el colegio o en cualquier otro lugar y se sienta tentado a responder con palabras fuertes, ¡deténgase! Tómese unos momentos para agradecer y alabar a Dios. Una vez que empiece a pensar en la bondad de Dios, verá que esas palabras groseras ya no serán pronunciadas.
En lugar de usar su lengua para destruir a la gente, disciplínela para decir alabanzas a Dios; entonces, se le hará ¡más fácil vivir en paz con los demás!
