Faith to Faith - Daily Devotional

De tragedias a milagros

Kenneth Copeland

La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma

Proverbios 18:7


Lo que decimos se convierte en realidad. Como creyentes, sabemos que ésa es una verdad bíblica importante. La vemos en Marcos 11:23, Mateo 21:21, Santiago 3:2 y muchos versículos más. Sin embargo, la olvidamos a menudo.

Nos hemos per mitido hablar como el mundo lo hace, en lugar de confesar la Palabra. Y con el tiempo recibimos lo que hemos estado articulando: tragedias.

Si ha tenido esa experiencia, recuerde que lo que posee en su vida es producto de sus palabras. Para que pueda cambiar lo que tiene, deberá cambiar lo que sale de su boca. Para cambiar el rumbo de su vida —de muerte a vida, de enfermedad a salud, del fracaso al éxito—, deberá controlar sus palabras.

Es más fácil decirlo que hacerlo. Pero ésa es la clave: tiene que decirlo para que se cumpla. ¿Cómo se empieza?

Primero, recuerde que no es sólo un asunto en lo natural, pues es una ley espiritual. Por tanto, debe realizarse con poder espiritual.

En Santiago 3:7-8, leemos que la lengua no puede ser domada con el mismo poder con que se doma a los animales; se necesita la sabiduría de Dios. La Palabra es la sabiduría de Dios (Proverbios 2:6). Jesús dijo que Sus palabras son espíritu y son vida. Eso significa que se necesitan las palabras de Dios para sujetar nuestra lengua.

Segundo, arr epiéntase por haber permitido que otros, y no el Espíritu Santo, usaran su lengua. Luego, entréguele su lengua a Jesús y decida que hablará palabras de amor, fe, gozo, paz y gracia. Las palabras de fe detienen los dardos de fuego del infierno.

Tercero, haga lo que Jesús indica en Marcos 4:24: «…mirad lo que oís…». Escúchese a usted mismo, analice lo que declaró, y pregúntese: “¿Quiero que suceda lo que acabo de decir?”. Si la respuesta es no, deténgase y haga la corrección debida en ese instante. Reemplace las palabras negativas con alabanzas (Efesios 5:4).

Si ha sido  descuidado  en  lo  que ha dicho, transforme el curso de su vida cambiando sus palabras. Pídale al Señor que guarde su boca (Salmos 141:3). Active el poder de la lengua para que funcione a su  favor;  deje de usarla para causar desastres, y empiece a usarla para hacer milagros. En su boca hay un milagro.

Santiago 3:1-13

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