Levante su mirada
Considerad a [Jesús] aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar
Hebreos 12:3
Levante su mirada… pues en estos tiempos su misma vida depende de ello.
Hace algún tiempo, el Señor me mostró que a causa de la tensión y las malas noticias que a diario vemos a nuestro alrededor, un espíritu de decaimiento intenta infiltrarse en nuestra vida. Este espíritu nos bombardea con fuerzas negativas para que quitemos nuestra mirada de la Palabra de Dios y vemos hacia abajo, a la derrota, y no hacia arriba, a Jesús.
Si usted permite que eso ocurra, su ser espiritual comenzará a perder dominio. Y la Palabra nos enseña cuál será la consecuencia de dicha acción: su ánimo decaerá hasta desmayar.
Jesús lo describe de la siguiente manera en Marcos 4. Él dijo que cuando los afanes de este mundo entran en el corazón y en la mente, ahogan la Palabra, y ésta se hace infructuosa. Y como la fe es producto de la Palabra, ésta se marchita; y cuando eso ocurre usted va rumbo al fracaso.
¿Qué puede hacer para detener esa reacción en cadena de decaimiento de ánimo?
¡Levante su mirada!, vuelva sus ojos a Jesús. Recuerdo que en las competencias atléticas, cuando algún oponente bajaba la cabeza, ya no representaba amenaza alguna para su adversario, pues podía ser muy fácil de vencer. Así que usted mantenga su frente en alto. No se enfoque en los afanes de este mundo, sino en Jesucristo, el Autor y Consumador de la fe. Considere lo que Dios dice en Su Palabra, y deje que Sus pensamientos gobier nen sus acciones. Haga de los pensamientos de Dios sus pensamientos.
¡Levante su mirada! Aparte su mirada de las circunstancias que le rodean, y enfóquela sólo en su fuente celestial. No tenga temor de perderlo todo; Dios es su fuente, no el mundo. Él puede cuidar de usted, sin importar lo que esté sucediendo a su alrededor.
Si se ha senti do deca ído últimamente, empiece a levantar su mirada. Y en lugar de ver hacia abajo, vea hacia arriba; pues, Dios está arriba. En cambio, el diablo está abajo, debajo de sus pies. Por tanto, ¡levante su mirada!
