¿Avanzando o retrocediendo?
Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.
Hebreos 2:1
A todos nos ha sucedido: llegamos a conocer un poco la Palabra de Dios, obtenemos algunas victorias, por vez primera en muchos años nos va muy bien en la vida; pero, de pronto, nos desviamos del camino y nuestro mundo se derrumba, y tenemos que empezar de nuevo.
Eso fue lo que les sucedió a los creyentes de quienes se habla en la carta a los Hebreos. Habían avanzado tanto en la vida espiritual que ya podían ser maestros; no obstante, luego se desviaron tanto del camino que fue necesario volver a alimentarlos como a bebés de pecho (lea Hebreos 5:12).
¿Qué los hizo desviarse tanto? Dejar que otros asuntos se interpusieran en el camino de la fe; y olvidarse de las promesas de Dios. Por esa razón se desviaron. Esto mismo le ha sucedido a multitud de creyentes en los últimos años.
“Bueno, hermano Copeland —dicen algunos—, estamos cansados de este asunto de la fe. La verdad es que no tenemos tanto tiempo para permanecer en la Palabra”.
Esos creyentes se han olvidado de las promesas de Dios. No es que hayan dejado de creer en ellas, es que están más interesados en otras cosas. Han bajado mucho su nivel de conocimiento de la Palabra, por tanto, su nivel de fe ha bajado y han sufrido derrotas en áreas de su vida donde antes habían triunfado.
No permita que eso le suceda a usted. Cuando las cosas vayan bien, no sólo disfrute las bendiciones de Dios, sino también profundice en lo que Él tiene para usted. No se olvide de las promesas de Dios, concéntrese en seguir adelante y en fortalecerse espiritualmente no sólo para que le sea suplido lo que necesita, sino también para ayudar a los demás en sus necesidades.
Recuerde: Un nivel bajo de la Palabra es igual a un nivel bajo de fe, lo cual resulta en desviación.
No se distraiga mucho disfrutando las victorias de hoy, para que mañana no termine en derrota. Examine las cosas que ha aprendido. Ponga más atención a la Palabra. Siga avanzando por fe para que cuando Satanás y sus secuaces le vean venir, digan: “¡Oh, no, ahí viene otra vez ese hombre de fe tras nosotros!”.
