From Faith to Faith—Daily Devotional

Deje atrás el pasado
Kenneth Copeland
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Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús

Filipenses 3:13-14

Golpes y contusiones espirituales. Dolores y sufrimientos internos que parecen no irse. Casi todos nosotros sabemos lo que son, pero pocos sabemos qué hacer al respecto.

Esperamos que por arte de magia esas heridas ocultas dejen de lastimarnos, pensamos que quizá (al dormirnos o con una porción adicional de postre) ese fastidioso sentimiento de depresión, finalmente desaparecerá.

¿Sucede siempre de esa manera? ¡No!

Lo sé. A mí me ha sucedido.

Pero gracias a Dios, ya no me ocurre. Durante los últimos años, he enfrentado algunas intensas batallas espirituales. Me he dado cuenta de que esas batallas pueden dejarlo a uno herido en el interior, así como una pelea puede dejarlo herido en el exterior.

Antes de que naciera de nuevo, aprendí lo devastador que puede ser una verdadera pelea física. No obstante, a pesar de lo mal que me sintiera, unos pocos días de descanso me hacían bien.

Sin embargo, la sanidad de un espíritu herido no viene así de fácil. En realidad, el paso del tiempo con frecuencia empeora esta condición.

La razón es ésta: En lugar de dejar los dolorosos fracasos atrás, con frecuencia hacemos énfasis en ellos hasta que llegan a ser más reales para nosotros que las promesas de Dios. Nos enfocamos en ellos hasta que llegamos a estar sumergidos en la depresión, inactivos por el temor de que si proseguimos, volveremos a fracasar.

Pero hay una salida. Si la depresión lo lleva en descenso espiritual, lo único que debe hacer para escapar es quitar los ojos del pasado y ponerlos en el futuro, un futuro que ha sido garantizado por Cristo Jesús mediante las abundantes y preciosas promesas de Su Palabra.

Hay posibilidades de que al principio no vengan con facilidad para usted. Quizá su mente ha tenido años de práctica en concentrarse en el pasado. Como un caballo viejo que habitualmente se dirige al establo, es posible que sus pensamientos comiencen a galopar en esa dirección cada vez que usted le suelte la rienda.

Por tanto, no las afloje. Tome las riendas con mucha fuerza. Dispóngase a meditar en la Palabra de Dios. Reemplace los pensamientos del pasado con promesas de las Escrituras acerca del futuro, y sea diligente al respecto. Entonces, en vez de ser un soldado herido, llegará a ser el guerrero conquistador que Dios creó.

Scripture Reading:

Filipenses 3:12-21