Una vez que usted empiece a creer que la voluntad de Dios es prosperarle, se preguntará: ¿Cómo va a hacerlo? ¿Me enviará un cheque por correo? ¿Empezarán a caer billetes de 20 dólares de los árboles?
Claro que no. Él Señor primero prosperará su alma. Él sembrará semillas de prosperidad en su mente, en su voluntad y en sus sentimientos; y cuando estas semillas crezcan, producirán una gran cosecha material. Consulte el libro de Génesis y lea la historia de José. Ahí encontrará un ejemplo perfecto de lo que estoy hablando.
Cuando José fue vendido como esclavo a los egipcios, no tenía ni un solo centavo, ni siquiera era un hombre libre. Había sido vendido como esclavo. Pero, en medio de su esclavitud, Dios le dio tanta sabiduría y capacidad a José, que hizo posible que su amo prosperara. Como resultado, el amo puso a José a cargo de todas sus posesiones.
Más tarde, José fue puesto en prisión. En realidad en la prisión no hay muchas oportunidades para ascender, ¿cierto? Pero Dios le dio entendimiento como a ningún otro hombre en Egipto. Ese entendimiento le abrió las puertas para adquirir un puesto en la corte de Faraón, no como esclavo; sino como el hombre más reconocido en todo el país, al lado de Faraón.
José se paseaba en un carruaje y la gente, literalmente, se inclinaba ante él. Durante la época de hambruna, José estuvo a cargo de todo el alimento: ¡eso es prosperidad!
¿Cómo hizo Dios todo eso? Lo hizo al prosperar el alma de José. Incluso cuando su situación llegó a ser sombría y sus problemas se volvieron imposibles, Dios pudo revelar los secretos espirituales que abrirían la puerta del éxito para él.
Eso hace muy emocionante el método de Dios para prosperar. Da resultado en cualquier lugar y en todas partes. Funciona en los países más pobres del mundo, así como en los Estados Unidos. Y usted puede estar seguro de que ¡dará resultado en su vida!
Génesis 39