Hace algunos años, Dios habló al corazón de Gloria una frase que jamás olvidaré. Ella había estado pidiéndole que le enseñara a vivir en el Espíritu, a fin de andar plenamente en el poder sobrenatural de Dios.
Dios le dijo: En la perseverancia reside el poder.
Comprender esta revelación fue difícil para mí. Desde el punto de vista natural, yo puedo ser de todo menos perseverante. Mi naturaleza humana tiende a ser como un sube y baja: animado un día, desanimado al día siguiente. Pero, gloria a Dios, no necesito depender de mi naturaleza humana para seguir adelante. Jesucristo mora en mi interior, y ¡Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos!
Cristo no es inconstante. Él no cambia de opinión de un día para otro. Él es constante, y si usted lo busca cada día más aprenderá a serlo también.
A la mayoría de creyentes no le interesa eso. Por esa razón, hay tantos “fracasados en la fe”. Son creyentes que un día están firmes en la Palabra y al día siguiente flaquean.
Necesitamos ser constantes. Jesús dijo que si permanecemos en Su Palabra, seremos verdaderamente Sus discípulos, y conoceremos la verdad, y esa verdad nos hará libres (Juan 8:31-32). El creyente que es constante recibe revelaciones que el inconstante nunca ve.
Decídase ahora mismo a ser perseverante. No planifique su día de hoy en la lectura bíblica de ayer; sino en la lectura bíblica de hoy. Empiece, permanezca y termine su día con la Palabra. Al día siguiente, levántese y haga lo mismo.
Hay poder en la perseverancia. No sea un cristiano que se apaga y se enciende, sino uno que es constante en la Palabra de Dios todos los días.
Colosenses 1:14-23