Diezmar. La mayoría de los creyentes no se emocionan mucho al respecto. Pero debieran estarlo, y lo estarían si entendier an cómo hacerlo debidamente.
El diezmo bíblico estimula la fe y activa el poder de Dios en nuestra vida, si lo damos con gratitud, con gozo y con la confianza de que nuestras necesidades serán suplidas en forma abundante.
En Deuteronomio 26:8-9, Dios les indicó exactamente a los israelitas qué decir cuando dieran sus diezmos. Les explicó que debían acordarse de que Él los había sacado de la esclavitud de Egipto, y declarar: «... Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales y con milagros; y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel».
¿Qué relación tiene ese versículo con nosotros? Pues, que Dios ha hecho lo mismo por nosotros. Él nos ha sacado de una vida de esclavitud y pobreza, y nos ha dado una vida que fluye con la abundancia de Dios.
Cuando dé su diezmo al Señor, siga el ejemplo de los israelitas: regocíjese y reconozca las maravillas que Jesucristo ha hecho por usted. Déle gracias porque Él le ha libertado de la tierra de las tinieblas y de la escasez, y le ha llevado a la Tierra Prometida y de abundancia que Él tiene. Agradézcale porque ésa es una tierra de misericordia, de gozo, de paz y de prosperidad.
Dé su diezmo con fe, esperando que las ricas bendiciones de esa tierra sean multiplicadas en su vida. Muy pronto se dará cuenta de que diezmar es algo muy emocionante.
Deuteronomio 26